La vida del apóstol Pedro

La historia de Pedro en la Biblia es fascinante. Sus fallas no son minimizadas, pero aun así, Pedro brilla como un hombre de fe y un ejemplo de celo por Dios.

El apóstol Pedro, de muchas maneras, era muy parecido a usted y a mí. Era un pequeño hombre de negocios, tenía una esposa y tenía socios de negocios. También era dedicado a la verdad, primero siguió a Juan el bautista y después a Jesucristo.

Pedro era un hombre de fe, dedicado a la verdad de Dios, pero al mismo tiempo tomó decisiones apresuradas e impetuosas.

Datos interesantes acerca del apóstol Pedro

Cuando vemos el nuevo Testamento, nos damos cuenta que Pedro es mencionado en muchas partes.

Fue Pedro el que objetó que fueran lavados sus pies, pero después accedió (Juan 13:6-10). Fue Pedro el que le cortó la oreja al siervo del sumo sacerdote (Juan 18:10). Fue Pedro el que se dio cuenta de la higuera (Marcos 11:21).

Pedro fue uno de los tres que presenció la transfiguración de Cristo (Marcos 9:2-6). Y Pedro vio la visión del velo que estaba llena de todo tipo de animales (Hechos 10:9-16).

El nombre original de Pedro era Simón, que significa “escuchar” (Thayer´s). Era el hijo de un hombre llamado Jonás y tenía la misma ocupación de él, pescador (Mateo 4:18). En Mateo 8:14 vemos que Jesús sanó a la suegra de Pedro, entonces sabemos que era casado. No sabemos si Pedro tuvo hijos.

Pedro y su hermano Andrés eran compañeros de pesca con Jacobo y Juan, los hijos de Zebedeo (Lucas 5:10). Esto es útil entenderlo, ya que con frecuencia veremos a Pedro, Jacobo y Juan juntos. Tenían una amistad previa de vieja data.

El llamamiento de Pedro

Andrés, el hermano de Pedro, fue originalmente un discípulo de Juan el bautista. Le dijo a su hermano, “hemos hallado al Mesías” (Juan 1:35-41).

Jesús, al conocer a Simón, le dio el nombre arameo de Cefas (en griego, Pedro), “que quiere decir piedra” (v. 42).

Más adelante, cuando Jesús escogió sus discípulos, reconfirmó el cambio de nombre para Pedro (Marcos 3:13-19).

A partir de ese momento, Pedro fue considerado uno de los apóstoles más destacados. Siempre se le nombre primero en cada lista de los apóstoles. No sabemos que llevó a Jesús a nombrar a Pedro primero, pudo haber sido su celo, su energía o su devoción absoluta a Cristo. Lo que sea que haya sido, Jesús también reconocía las debilidades de Pedro y su tendencia a ser impulsivo en ciertas circunstancias.

He aquí la paradoja de Pedro. En un momento estaba diciendo y haciendo lo correcto, y de un momento para otro su humanidad salía a flote.

Pedro le responde correctamente a Jesús

En Mateo 16, Jesús les preguntó a sus discípulos: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. No fue el conocimiento humano el que le reveló esto, fue por medio del discernimiento espiritual. Cristo lo felicitó por eso (Mateo 16:13-17).

Pero poco después de que Cristo lo felicitara, Pedro sintió que debía corregir a Jesús por decir que tendría que sufrir y morir. Jesús dijo, “¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres” (vv. 21-23). “Satanás” significa adversario o acusador. Jesús corrigió fuertemente a Pedro, le dijo que su mente no estaba enfocada en las cosas de Dios.

Jesús y Pedro caminan sobre el agua

Vemos en otro relato, en Mateo 14, donde Jesús había enviado a sus discípulos adelante, en una barca. Había una tempestad, y entre las 3 y las 6 de la mañana Jesús vino caminando sobre el agua hacia la embarcación (Mateo 14:25-29).

Pedro tomó la iniciativa y le pidió a Cristo que le ordenara caminar sobre las aguas. Sin dudarlo, salió de la barca y comenzó a caminar sobre las aguas.

¿Qué lo llevó, no sólo a pedir que le fuera permitido caminar sobre las aguas, sino a hacerlo realmente? Definitivamente no fue nada que él dijera o hiciera lo que le impulsó a hacerlo. Provino de la fe en Dios. Sin embargo, casi inmediatamente, Pedro permitió que su fe se debilitara, y comenzó a hundirse (vv. 30-31).

Pedro experimentó la maravilla de caminar sobre el agua. Aparte de Jesús, es el único hombre del que se tiene constancia que haya caminado sobre el agua. Debió sentirse eufórico; tenía confianza. Debió sentir una oleada de entusiasmo.

Pero entonces se distrajo, perdió la concentración y empezó a hundirse. La Biblia no dice hasta dónde llegó, y no dice si Cristo cargó a Pedro o le ayudó a caminar de vuelta a la barca. Pero recuerde, al principio, Pedro caminó con fe. Creyó y fue obediente.

Pedro aprendió una lección: hundirse o caminar sobre el agua dependía de dónde estuviera su enfoque.

Pedro negó a Jesús

En la noche de la última Pascua de Jesús, después de haber terminado el servicio, Jesús dijo que todos sus discípulos tropezarían. Pedro fue el que dijo: “Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré” (Mateo 26:31-33).

Jesús le respondió a Pedro que no sólo tropezaría sino que lo negaría —y no sólo una vez, sino tres veces. No obstante Pedro insistió: “aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré” (vv. 34-35).

Pero Pedro hizo exactamente lo que Jesús había predicho, lo negó tres veces antes de que el gallo cantara. Pedro estaba profundamente avergonzado por su comportamiento y “saliendo fuera, lloró amargamente” (vv. 69-75).

Pedro después de la resurrección

Poco después de la resurrección de Cristo, siete de los apóstoles estaban juntos y Pedro propuso que fueran a pescar. Estuvieron pescando toda la noche y no lograron pescar nada. En la mañana, un extraño apareció en la playa y les preguntó si tenían algo para comer. Le respondieron que no, y Él les dijo que lanzaran la red una vez más hacia el lado derecho del bote. La red estaba atestada de peces, y fue en ese momento en que reconocieron que aquel extraño debía ser Jesús y emprendieron su regreso a la playa.

La vida de Pedro puede servirnos de inspiración y aliento para seguir adelante en este mundo turbulento.

Mientras los demás remaban, Pedro saltó del bote y nadó hasta la playa (Juan 21:1-8).

Pensemos en el escenario desde la perspectiva de Pedro. En la noche de Pascua se había levantado y había dicho que nunca tropezaría por Cristo. Jesús le había dicho entonces que le negaría tres veces antes del amanecer, y Pedro había hecho exactamente lo que Cristo le había dicho que iba a suceder. Desde entonces, Cristo había muerto y había resucitado y ahora estaba de nuevo entre ellos.

Pedro debió tener sentimientos encontrados. Estaba encantado de volver a ver a Cristo, pero al mismo tiempo se sentía avergonzado, cargando con el peso de haber cometido un grave error apenas unos días antes. ¿Diría algo Jesucristo? ¿Haría algo? El hecho de que Jesús compartiera con ellos el desayuno debió ser reconfortante. Sin embargo, después de la comida, Cristo se enfocó en Pedro (vv. 15-17).

Jesús se dirigió a él por su nombre de pila. No le llamó Cefas, o Pedro, el nombre que Cristo le había dado, sino por su nombre original, Simón, hijo de Jonás. Esto puede haber sido para recordarle que las cosas no eran como antes.

Jesús mismo le había dado a Simón el nombre de Pedro, la piedra. Aquí, Jesús le estaba recordando a Pedro que en ese momento, él no era la piedra, sino que era simplemente Simón.

En unos pocos versículos, Cristo animó a Pedro y le dio instrucciones y orientación para seguir adelante. ¿Qué dijo Jesús?

  1. Cristo quería que Pedro confirmara que lo amaba. Uno de los dos grandes mandamientos es amar a Dios. Jesús quería asegurarse del amor de Pedro hacia Dios.
  2. Cristo también quería asegurarse de que Pedro (y, por extensión, todos los ministros de la Iglesia) alimentarían al rebaño —los miembros de su Iglesia. No sólo a algunos del rebaño. A todo el rebaño.
  3. Y, por último, Cristo le indicó a Pedro que lo siguiera.

El sermón de Pedro en Pentecostés

Hechos 2 describe el primer Pentecostés de la Iglesia del Nuevo Testamento. El Espíritu Santo fue dado de una manera poderosa y espectacular, y nació la Iglesia.

¿Quién fue el que se levantó y predicó? Fue Pedro (Hechos 2:14). Los que estaban allí y escucharon su sermón se sintieron realmente conmovidos y preguntaron qué debían hacer, ya que se daban cuenta de que eran responsables de la muerte de Jesucristo. Pedro los instó vehementemente al arrepentimiento, a que se bautizaran y recibieran el Espíritu Santo (vv. 37-38).

A partir de ese momento, Pedro desempeñó un papel destacado en la Iglesia primitiva. Encontramos que, además de hablar con vehemencia, iba sanando (Hechos 5:15; 9:32-34) e incluso resucitando a algunas personas (Hechos 9:36-41).

La visión de Pedro: Dios les abre la puerta a los gentiles

A pesar de que Pablo fue comisionado como el apóstol de los gentiles, a Pedro fue al primero que se le mostró que los gentiles iban a formar parte de la Iglesia.

En esos días, los judíos no tenían nada que ver con los gentiles. De hecho, los judíos creían que era en contra de la ley juntarse con no judíos (Hechos 10:28). Pero a Pedro le fue mostrado en una visión que Dios iba a llamar a su Iglesia tanto a los gentiles como a los judíos. Pedro transmitió esa revelación en Jerusalén, para que toda la Iglesia pudiera tener acceso a ese entendimiento.

Pedro compartía comidas con gentiles y se sentía cómodo con ellos a pesar de que él era judío (Hechos 10:34-43; 11:11-18).

En Gálatas 2:11-16 el apóstol Pablo relató como en una ocasión Pedro no quiso comer con los gentiles. Pero parece razonable concluir que, tras la corrección de Pablo, Pedro volvió a dar a los gentiles el respeto que Dios esperaba que él les diera.

Las cartas de Pedro

Pedro escribió dos de los libros del Nuevo Testamento. Estas cartas fueron escritas cerca del final de su vida. Él estaba comprometido con Cristo y había sido un líder en la Iglesia durante muchos años.

Pedro transmitió el mismo mensaje que había recibido personalmente de Cristo. Se interesaba por la autenticidad y sinceridad de la fe de los hermanos. Los miembros elegidos de la Iglesia a los que les escribía amaban a Jesucristo, a pesar que estaban siendo probados y nunca lo habían visto. Pedro los animó a seguir adelante mediante las palabras de Jesucristo (1 Pedro 1:6-9). Si usted desea estudiar más acerca de este tema, lo invitamos a leer nuestros artículos “1 Pedro” y “2 Pedro”.

Muerte de Pedro

Jesucristo predijo el futuro de Pedro y anunció cómo iba a morir (Juan 21:18-19). No lo mencionó como si fuera algo que podría pasar, sino como algo definitivo. Las propias palabras de Cristo indicaban que Pedro iba a ser martirizado.

La Biblia no nos dice cómo murió Pedro. La tradición más aceptada dice que Pedro fue crucificado cabeza abajo. Esta tradición cuenta que Pedro pidió esta forma de martirio porque había negado a Jesús y sentía que no era digno de morir como Jesús había muerto. De nuevo, esto es sólo tradición, y la Biblia no confirma ni desmiente esa historia.

El ejemplo de Pedro, algo inspirador para nosotros

Pedro fue fiel, fue obediente y también creció en humildad. No importaba que fuera un apóstol destacado. Era capaz de admitir cuando se equivocaba, y era capaz de cambiar. En ocasiones, pareciera que Pedro luchaba por ser justo y que en ciertos momentos su humanidad era más fuerte. A pesar de esto, supo sobreponerse y Dios lo utilizó para que se convirtiera en un poderoso líder de la Iglesia primitiva. (Si usted desea más información acerca de Pedro, lo invitamos a leer nuestro artículo “¿Sobre qué roca edificó Cristo su Iglesia?”.)

Cristo sabía qué tipo de persona era Pedro desde la primera vez que se conocieron. Conocía el potencial de Pedro, y sabía que, a pesar de todas las imprudencias que Pedro pudiera cometer, ese potencial seguía ahí.

¿Cree usted que las cosas son diferentes para nosotros? La vida de Pedro puede servirnos de inspiración y aliento para seguir adelante en este mundo turbulento.

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